El río negro
EMH
Los remos seguían hundiendose
en la pestilencia del agua insalubre,
de esas corrientes infectas llenas de fango y suciedad que arrastra el rio
en su mal sano caudal.
Agua podrida, caldo primordial de insectos que enferman y matan a los hombres y a las bestias.
El vaivén de la barca
en las lóbregas aguas,
que parece al brazo amoroso de la madre
que mece suavemente la cuna de infante
para llevarlo al reino de Morfeo,
embota los sentidos y hace que
a más de uno, a excepción de los remeros y
quien marca el ritmo, .
a quienes el esfuerzo físico y la experiencia
los lleva a tener un ojo despierto y un oído avizor,
el sueño los embriague con sus embelesos y los haga cabecear al compas del rítmico andar.
Las aguas verdeobscuras se transforman
en azul profundo al desmbocar en el golfo,
donde retozan aves y peces
y se respira esa brisa salitrosa
que refresca los rostros,
ahogados por los estertores
del río muerto.
Y la altiva embarcación,
que aguarda a los marinos,
surge, majestuosa, cuál templo o palacio,
ricamente ornamentado,
mostrando su orgullo
ante el embate de las frías olas.
Los marinos abordan, cantan y se van,
y aquella barca reanuda su penoso trabajo,
mientras los remos siguen hundiéndose
en la pestilencia del agua insalubre.
~Hans Speer
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